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el origen pagano del oficio papal (1 parte)


Nimrod, el rey y fundador de Babilonia, no fue solamente su líder político, sino también el líder religioso o rey-sacerdote. Desde Nimrod descendieron una línea de reyes-sacerdotes, cada cual al frente del oculto misterio religioso de Babilonia. Esta línea de sucesión continúa hasta los días de Belsasar, de quien leemos en la Biblia. Muchos saben del banquete que celebró en Babilonia, cuando apareció la mano misteriosa que escribió en la pared. Pero pocos saben que esta reunión no era simplemente un banquete social, ¡sino una reunión religiosa! Las sucias y abominables prácticas de esta ocasión eran parte de las ceremonias religiosas de los misterios babilónicos, de los cuales Belsasar era la cabeza. La Biblia dice acerca de este festival religioso: «Bebieron vino y alabaron a los dioses de oro y de plata, de metal, de hierro, de madera y de piedra». (Daniel 5:4). Para colmar la blasfemia de la ocasión, tomaron su vino en los vasos sagrados del Señor, ¡los cuales habían sido tomados de la casa de Dios en Jerusalén! Este hecho de mezclar lo sagrado con lo pagano, ¡trajo e1 juicio inmediato de Dios! Babilonia fue sentenciada a ser destruida.

En el curso del tiempo, la ciudad de Babilonia fue completamente destruida. La vieja ciudad está ahora en ruinas, deshabitada y desolada (Jeremías 50:39 y 51:62). Hoy día hay un ferrocarril que va de Bagdad a Basra, el cual pasa cerca de las ruinas. Hay un letrero en inglés y árabe que dice «Apeadero de Babilonia». Por allí circulan trenes para recoger pasajeros. Los únicos son, empero, turistas que van a ese lugar a inspeccionar las ruinas. Aunque la ciudad fue destruida, en la actualidad existen aún indicios de la antigua religión babilónica.

Después que Roma conquistó el mundo, el paganismo que se había propagado desde ella y se había desarrollado en varias formas, fue mezclado dentro del sistema religioso de Roma, incluyendo la idea del pontífice supremo o Pontifix Maximus. Así, el paganismo babilónico, que había sido ejercido originalmente por Nimrod, fue incorporado a la religión romana bajo el liderazgo de Julio César. Fue en el año 63 a. de C., que Julio César fue reconocido oficialmente como el Pontifix Maximus de la religión de los misterios, establecida a la sazón en la Ciudad Eterna. Como es bien conocido, este título y oficio pasaron a cada uno de los emperadores romanos y tuvo vigencia por espacio de muchos años.

Una moneda antigua de Roma perteneciente a César Augusto (27 a. de C. a 14 d. de C.) muestra su título como el de Pont-Max, es decir, Pontifix Maximus, la cabeza de los misterios paganos. Es interesante notar que monedas de este tipo estaban en circulación durante los días del ministerio terrenal de nuestro Señor. «...y ellos le presentaron un denario. Entonces les dice: ¿De quién es esta figura y lo que está escrito en ella? Y ellos le dijeron: De César» (Mateo 22: 17-22).

Otros emperadores (incluso Constan tino) continuaron teniendo este oficio hasta el año 376 d. de Cristo, cuando el emperador Graciano, por razones cristianas, rehusó ser el pontífice máximo, pues se dio cuenta de que tal título y oficio eran idólatras y blasfemos.

Sin embargo, para esta época, el obispo de Roma había escalado ya una posición de prestigio y poder políticos. ¿No consideraban muchos a Roma la ciudad más importante del mundo? Entonces, ¿por qué su obispo no podía ser el «obispo de los obispos» y cabeza de la Iglesia? De esta manera razonaron muchos de los líderes religiosos mundanos en este período. Y así, cuantos más compromisos se establecían entre el cristianismo y el paganismo, el obispo romano llegó a ocupar un lugar preeminente. No sólo es considerado como una persona importante por la Iglesia apóstata, sino que al haber mezclado tanto paganismo en la Iglesia Romana, ¡era también aclamados por los mismos paganos! Así, en el año 378, Demaso, obispo de Roma, fue elegido Pontífice Máximo, ¡el alto sacerdote oficial de los misterios babilónicos!

Tan ingeniosa fue esta mezcla, esta unión de paganismo con cristiandad, ¡que un hombre fue reconocido por ambos grupos -paganos y cristianos- como la cabeza! Era reconocido por la “Iglesia” como el obispo de obispos, mientras que los paganos lo reconocían como el Pontifix Maximus, cuyo oficio ejecutaba realmente. Para esta época, a través de los años, las fuentes del paganismo y cristianismo se juntaron produciendo lo que actualmente es conocido como la Iglesia Católica Romana encabezada por el Supremo Pontífice o Pontitix Maximus: ¡el Papa!

Del mismo modo que los césares usaron el título de Pont-Max, asimismo han hecho los papas. Este título es hallado con facilidad en todas las inscripciones habidas en el Vaticano: sobre la entrada de la catedral de San Pedro, sobre la estatua de "Pedro” en la cúpula, sobre la entrada de la “Puerta del Año Santo”, la cual se abre sólo durante los años de jubileo, etc. La medalla que adjuntamos fue impresa por el papa León X antes de la Reforma e ilustra una de las formas que el título Pont-Max (Pontífice Maximo) fue usado por los papas.

¿Pero cómo puede ser un hombre, al mismo tiempo, cabeza de la Iglesia y cabeza de los misterios paganos, como pontífice supremo? Tratando de encubrir esta contradicción, líderes religiosos buscaron la similitud dentro de las dos religiones. Sabían que si encontraban, aunque fueran pocos, algunos puntos de relación entre ambos lados, podrían convertirlos en uno, porque para esa época, la mayoría no se preocupaba por la verdad...; su deseo estaba puesto en los números y en el poder político. La verdad era secundaria.

Incluso encontraron otra semejanza: el pontífice supremo del paganismo llevaba el título caldeo; es decir, peter o intérprete. ¡Intérprete de los misterios! Aquí, pues, había una oportunidad para los líderes de esa época de «cristianizar» la oficina pagana del Pontifix Maximus, la oficina del obispo de Roma -el Papa- de hoy en día. Al asociar la palabra peter de Pedro el apóstol con el gran intérprete de Roma (aunque no había conexión alguna entre ambos), podía dar al oficio pagano una apariencia superficial de cristiandad.

Pero esto presentaba ciertos problemas. Para hacer que el apóstol Pedro fuera el Pedro de Roma, cosa difícil, dado que los intérpretes de los misterios, los supremos pontífices, habían estado desde épocas anteriores conectados con Roma, ¡era necesario afirmar que el apóstol Pedro había ido a Roma! Y esta es la verdadera razón por la cual -a partir del siglo IV y no antes- empezaron a ser propagadas muchas historias con intentos de probar que Pedro fue a Roma. Y al enseñar esto pudieron unir el paganismo y el cristianismo bajo el liderazgo del supremo pontífice, el padre de padres, o el Pedro de Roma, ¡el intérprete de los misterios de Roma! “y así, para los ciegos cristianos de la apostasía, el Papa llegó a ser el representante de Pedro el apóstol, mientras que para los paganos era el representante del intérprete de sus bien conocidos misterios”.

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