La Asunción de María al cielo - Cómo fue promulgada y dogmatizada
LA TRADICIÓN COMO FUENTE DE DOGMA:
LA ASUNCIÓN DE MARÍA
En 1946 el Papa Pío XII envió una carta a los obispos de todo el mundo con respecto a la Asunción de María:
... Deseamos saber si ustedes, Venerables Hermanos, con vuestra erudición y prudencia consideran que la Asunción corporal de la Bendita Virgen puede proponerse y definirse como dogma de fe, y si en adición a vuestros deseos este es también el deseo de vuestros clérigos y el pueblo.- Deiparae Virginis Mariae N°4
Esta no era una invitación casual para que los obispos expresaran su opinión, sino el comienzo de un proceso colegial formal mediante el cual se desarrolla una doctrina catolicorromana [877, 888-892]. El papa quería saber si los obispos consideraban que era apropiado clasificar la creencia en la Asunción de María como un dogma de la fe catolicorromana, una doctrina definida infaliblemente que los católicos deben creer [88-90]. El negar una creencia de la Iglesia que ha sido formalmente definida es equivalente a apostatar de la fe [2089].
Para responder al papa, los obispos necesitaban determinar la fuente de la creencia en la Asunción de María. ¿Era ella meramente una leyenda creída por unos cuantos católicos piadosos? ¿O formaba parte del depósito de fe, la revelación transmitida desde los apóstoles? Sólo si se demostraba que era la última podía la Iglesia definirla como dogma [88, 891]. Por lo tanto, los obispos investigaron los dos canales a través de los cuales la Iglesia Católica enseña que la fe apostólica ha sido transmitida: Escritura y Tradición.
Primero acudieron a las Escrituras. Allí no encontraron una clara enseñanza sobre la muerte, sepultura y resurrección de María, ni de la Asunción.
Los obispos luego acudieron a la Tradición. ¿Era la Asunción de María parte del depósito de fe transmitido en forma no escrita?
Esta era una pregunta más difícil de contestar. La Tradición reside en la vida de la Iglesia. Transmite revelación como «cosas y palabras» (Concilio Vaticano II, "Constitución Dogmática sobre Revelación Divina", N° 8), palabras no escritas. Los obispos no podían simplemente escoger un índice de creencias y prácticas contenidas en la Tradición y ver si la Asunción estaba allí. Más bien, los obispos tendrían que examinar la fe católica según la habían vivido y la estaban viviendo los papas, los obispos y los fieles. Se considera que estos tres grupos son los órganos o instrumentos mediante los cuales la Tradición se expresa o describe. La investigación para hallar evidencia en apoyo de la creencia en la Asunción se centraría en siete áreas:
1. Los decretos dogmáticos del Magisterio
2. Los credos de la Iglesia
3. La enseñanza de los padres de la Iglesia
4. La enseñanza de los Doctores de la Iglesia
5. La enseñanza unánime de los obispos
6. La práctica universal de la Iglesia
7. El entendimiento común de los fieles
¿Qué descubrieron el papa y los obispos? El papa Pío XII analizó las conclusiones de los obispos en Munificentissimus Deus, el documento que finalmente definía la asunción de María como dogma de la Iglesia. Los resultados pueden resumiese como sigue:
1. ¿Era la asunción parte de la enseñanza dogmática del Magisterio?
La respuesta, por supuesto, era no. Precisamente la cuestión que el Magisterio estaba tratando de resolver en 1946 era si la Asunción de María debía formar parte de la enseñanza dogmática de la Iglesia Católica o no.
El catolicismo romano enseña que los decretos solemnes de los obispos reunidos en un concilio ecuménico son infalibles y obligatorios a los católicos en todas partes [88, 891]. Pero ninguno de los veinte primeros concilios ecuménicos reconocidos por la Iglesia Católica Romana había declarado alguna vez que María había ascendido al cielo. Asimismo, ninguno de los papas había enseñado dogmáticamente dicha doctrina. Estos son ejemplos de lo que la Iglesia llama el Magisterio extraordinario. En esa ocasión, por lo tanto, la certeza de la Asunción quedaba pendiente.
2. ¿Se había expresado en alguno de los credos de la Iglesia la creencia en la Asunción?
Los credos son resúmenes de las creencias fundamentales de la fe [185- 192]. La Iglesia Católica otorga reconocimiento especial a dos credos: El credo de los apóstoles y el credo de Nicea [193-195]. Ninguno decía nada con respecto a la Asunción de María. Lo mismo puede decirse de todos los otros credos aceptados de la iglesia primitiva.
3. ¿Era la Asunción parte de la enseñanza de los Padres de la Iglesia?
El catolicismo reconoce a ochenta y ocho hombres como Padres de la Iglesia. La mayoría eran obispos. Diez eran papas. Otros eran abates, sacerdotes, monjes y apologistas. Todos vivieron en cierta época durante los ocho primeros siglos y casi todos habían sido canonizados por la Iglesia Católica como santos. Entre ellos estaban Clemente de Roma, Policarpo, Ignacio, Ireneo, Tertuliano, Orígenes, Eusebio de Cesarea, Benedicto, el papa León el Grande, y el papa Inocente I.
La Iglesia Católica estima de mucho valor los escritos de los Padres de la Iglesia, pero no los considera infalibles. Al contrario, no sólo reconoce que los Padres a veces no concuerdan unos con otros, sino también que ocasionalmente enseñan error. El papa León XIII escribió que los Padres de la Iglesia «a veces han expresado las ideas de sus propios tiempos y, por lo tanto, han hecho declaraciones que en estos días se han abandonado por incorrectas». (Papa León XIII, Sobre el estudio de la Sagrada Escritura, St. Paul Editions, pag.24)
¿De qué valor, entonces, son los escritos de los Padres de la Iglesia?
William A. Jurgens, erudito católico, explica [688]:
"El valor de los Padres y escritores es este: que en el agregado demuestran lo que la Iglesia hizo y todavía cree y enseña. En el agregado proveen un testigo para el contenido de la Tradición, esa Tradición que en sí misma es el vehículo de la revelación."
(The Faith of the Early Fathers, Collegeville, MN: The Liturgical Press,1970, tomo 3, pag.359)
0, en palabras del último concilio [78]:
"Las palabras de los Santos Padres atestiguan la presencia viva de esta Tradición, cuyas riquezas van pasando a la práctica y a la vida de la Iglesia que cree y ora."
(Concilio Vaticano II, Constitución dogmática sobre revelación divina, N°8)
¿Qué tenían que decir los Padres de la Iglesia con respecto a la Asunción de María? El hecho extraordinario es que los obispos hallaron apoyo para la creencia en los escritos de sólo dos de los Padres (Papa Pío XII, Munificentissimus Deus, N°21-22). Ambos eran del siglo VII: Germano de Constantinopla (634-733) y Juan Damasceno (675-749).
Sin embargo, el hecho de que los obispos no pudieron hallar evidencia en apoyo de la creencia en la Asunción de María en los escritos de los otros ochenta y seis Padres de la Iglesia no los disuadió ni a ellos ni al papa. A pesar de que la Iglesia respeta los escritos de los Padres, mantiene sin embargo «suprema independencia hacia esos escritos; los juzga más de lo que ellos la juzgan a ella» (Jean Bainvel, The Catholic Encyclopedia, pag.10). Por esta misma razón, el hecho de que dos Padres de la Iglesia creían en la Asunción de María no probaba que la creencia era doctrina auténtica. Jurgen comenta:
.. debemos recalcar que un texto patrístico aislado en ningún caso debe considerarse como una «prueba» de una doctrina determinada. Los dogmas no se «prueban» por declaraciones patrísticas sino por los instrumentos de enseñanza infalible de la Iglesia.
(The Faith of the Early Fathers, W.A.Jurgen, pag.359)
4. ¿Era la Asunción parte de la enseñanza de los Doctores de la Iglesia?
La Iglesia Católica Romana ha honrado con el título de Doctor de la Iglesia a unos cuantos maestros a quienes considera como guías excepcionalmente fidedignos de la fe católica. Algunos son de las filas de los Padres de la Iglesia. Todos son santos canonizados.
Los ocho primeros hombres que recibieron el título de Doctor de la Iglesia fueron: Atanasio (297-373), Basilio el Grande (329-379), Gregorio de Nazianzo (330-390), Ambrosio (340-397), Jerónimo (343-420), Juan Crisóstomo (347-407), Agustín de Hippo (354-430), y el papa Gregorio el Grande (540-604). Estos ocho son los Doctores mayores de la Iglesia. En el siglo xvi, Tomás de Aquino (1 225-1274), el «Doctor angelical», y Bonaventura (1 217-1274), el «Doctor seráfíco», fueron reconocidos como doctores menores de la Iglesia. En la actualidad hay un total de treinta y dos doctores de la Iglesia Católica Romana incluyendo dos mujeres, ambas místicas: Caterina de Siena (1347-1380) y Teresa de Ávila (1515-1582).
Al igual que con los Padres de la Iglesia, el catolicismo romano no considera que la enseñanza de los Doctores de la Iglesia es infalible ni obligatoria para los fieles.
¿Qué tenían que decir los Doctores de la Iglesia acerca de la Asunción de María? El papa y los obispos no hallaron apoyo en favor de dicha doctrina entre ninguno de los Doctores mayores de la Iglesia. Asimismo, ninguno de los Doctores menores de la Iglesia de los primeros once siglos enseñó esa doctrina, con una excepción: Juan Damasceno (675-749), quien, siendo también uno de los Padres de la Iglesia, ya se había mencionado.
Entre los Doctores de siglos posteriores, el papa Pío XII hizo una lista de apoyo a favor de la creencia en la Asunción a partir de Antonio de Padua (1195-123 l), Alberto el Grande (1200-1280), Bonaventura (1217- 1274), Tomás de Aquino (1225-1274), Robert Bellarmine (1542-1621), Francisco de Sales (1567-1622) y Alfonso de Liguori (1696-1787). (Papa Pío XII, Munificentissimus Deus, N°27-35)
5. ¿Era la Asunción parte de la enseñanza unánime de los obispos?
A la enseñanza oficial de los obispos por medios normales y cotidianos como catecismos, homilías y cartas se le llama el Magisterio ordinario [2032-2034, 2049]. La Iglesia Católica considera que la fe común de los obispos expresada por estos medios de instrucción corrientes es una guía infalible para la fe católica [890, 892].
El motivo principal de la carta del papa Pío XII era el de reunir la opinión de los obispos como la voz del Magisterio ordinario. Les formuló dos preguntas:
«¿ ... juzgan ustedes que la Asunción corporal de la bendita Virgen puede proponerse y definirse como un dogma de fe? ¿Lo desean ustedes, junto con sus clérigos y el pueblo?»
(Papa Pío XII, Munificentissimus Deus, N°11)
La respuesta de los obispos fue clara: Dieron «una respuesta afirmativa casi unánime a estas dos preguntas .... » (Papa Pío XII, Munificentissimus Deus, N°12)
6. ¿Se expresaba en la práctica universal de la Iglesia Católica la creencia en la Asunción?
Puesto que lo que la Iglesia hace refleja lo que la Iglesia cree, la práctica universal de la Iglesia también se considera un testigo de confianza de la fe católica romana. En la encíclica Munificentissimus Deus, el papa Pío XII analizó cómo la Iglesia había dedicado «innumerables templos ... a la Virgen María que ascendió al cielo», había instalado en sus iglesias «imágenes sagradas» de la Asunción, y había dedicado regiones «al patronato y cuidado especiales de la Virgen Madre de Dios que ascendió al cielo» (Papa Pío XII, Munificentissimus Deus, N°15). Además, el cuarto misterio glorioso del rosario conmemoraba la Asunción de María (Papa Pío XII, Munificentissimus Deus, N°15), y el calendario de la Iglesia Católica honraba la fiesta de la Asunción de María el 15 de agosto (Papa Pío XII, Munificentissimus Deus, N°19).
Además, la liturgia de la Iglesia Católica hacía varias referencias a la Asunción de María al cielo (Papa Pío XII, Munificentissimus Deus, N°12). La liturgia, el culto público de la Iglesia, se considera una expresión especialmente fidedigna de la fe católica, puesto que requiere la aprobación del Magisterio [1069-1070, 1124-1125]. El papa Pío XII escribió que la liturgia «tiene como su contenido la fe católica, por cuanto es testigo público de la fe de la Iglesia». (Papa Pío XII, Mediator Dei, N°47)
En conjunto, estas prácticas demostraban una creencia en la Asunción de la Virgen entre los católicos romanos que se remontaba a varios siglos en el pasado.
7. ¿Era la Asunción parte de la comprensión común de los fieles?
En 1946, la devoción a María entre los católicos llegó al nivel más alto de todos los tiempos. La imaginación del pueblo se vio cautivada por los relatos de sus apariciones y milagros relacionados con las mismas. Las recientes enseñanzas de la Iglesia Católica habían recalcado la misión de María en la redención. Además, la definición de la Inmaculada Concepción de María en 1854 había alentado a los católicos devotos a María para que elevaran peticiones al Vaticano a fin de que declarara que la Asunción también formaba parte de la fe.
Desde la perspectiva de la Iglesia, estos adelantos eran un progreso saludable en la fiel comprensión de la Tradición [94]. El pueblo no estaba inventando una nueva doctrina acerca de María. Al contrario, se estaba familiarizando con una antigua creencia, una que había estado viviendo dentro de la Iglesia Católica durante siglos. Ahora, mediante un nuevo discernimiento, la creencia venía a la luz y se expresaba [66, 93, 99]. Esta, dice la Iglesia, es una de las maneras en que la Tradición progresa en la Iglesia [94].
"Esta tradición ... va creciendo ... ya por la contemplación y el estudio de los creyentes, que las meditan en su corazón (cp. Lc. 2:19, 51), ya por la percepción íntima que experimentan de las cosas espirituales."
(Concilio Vaticano II, "Constitución Dogmática sobre Revelación Divina", N° 8)
El hecho de que tantos católicos ya habían aceptado la Asunción de María como parte de su fe era extraordinario. El catolicismo romano enseña que los fieles tienen el «sentido sobrenatural de la fe» (Concilio Vaticano II, "Constitución Dogmática sobre la Iglesia", N°12). A esto le llaman sensus fidelium, el sentir de los fieles [67, 91-93, 785, 904]. Esto es una «sensibilidad y discriminación instintivas que los miembros de la Iglesia poseen en asuntos de fe». [889].
No está claro cómo los fieles pueden reconocer infaliblemente la verdad. La mayoría de los católicos laicos no tiene más que un conocimiento superficial de las Escrituras o de la teología catolicorromana.
Sin embargo, el papa Pío XII, de acuerdo con la creencia catolicorromana consideró que la piedad del pueblo era un testigo fidedigno de la auténtica fe católica. Por esa razón, en su carta de 1946 el papa también pidió que los obispos le informaran en cuanto a «la devoción de vuestro clero y pueblo (teniendo en cuenta su fe y piedad) hacia la Asunción de la Santísima Virgen María» (Papa Pío XII, Deiparae Virginis Mariae, N°4). La meta del papa aquí era determinar el sentimiento común del pueblo.
Alentado por su solicitud en cuanto al aporte de ellos, el clérigo y el laicado respondieron con entusiasmo. Para 1950, el Vaticano había recibido, incluyendo las peticiones anteriores, respuestas de 32.000 sacerdotes y hermanos, de 50.000 monjas, y de 8.000.000 de laicos. (Michael O. Carroll, C.S. Sp., Theotokos: A Theological Encyclopedia of the Blessed Virgin Mary (Wilmington, DE: Michael Glazier, Inc. 1982, pag.56)
El papa Pío XII consideró que la respuesta había sido «verdaderamente extraordinaria».
(Papa Pío XII, Munificentissimus Deus, N°9)
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Después de considerar toda la evidencia en favor de la creencia en la Asunción de María y de la investigación de los teólogos de la Iglesia, el papa Pío XII declaró:
"Estos estudios e investigaciones han traído a una luz aun más clara el hecho de que el dogma de la Asunción de la Virgen María al cielo está contenido en el depósito de la fe cristiana confiada a la Iglesia."
(Papa Pío XII, Munificentissimus Deus, N°8)
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Al tomar esta decisión, el papa era consciente de que las Escrituras enseñaban claramente que como consecuencia del pecado, Dios había declarado a Adán y a sus descendientes: «Polvo eres, y al polvo volverás» (Gn. 3:19). Sin embargo, el papa determinó que «Dios ha querido que la Bendita Virgen María fuese exenta de esta regla general». (Papa Pío XII, Munificentissimus Deus, N°5)
Por lo tanto, el 1° de noviembre de 1950, como maestro supremo de la Iglesia, declaró que la Asunción de María era « un dogma revelado divinamente ».
(Papa Pío XII, Munificentissimus Deus, N°44)
Extractado del libro:
El Evangelio según Roma (The Gospel According to Rome)- James G. McCarthey
Editorial Portavoz - Traducción Dante Rosso - Pag.240-246
Etiquetas:
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